Algunos títulos se conectan a nuestros televisores con traducciones adicionales. El documental de la BBC Julio César: la formación de un dictador así lo explica en su declaración: como si lo hiciera un dictador. Movistar+ lo ha reforzado con un nombre más neutral, Julio César: El ascenso del Imperio Romano. Quizás porque el hombre que liquidó la República Romana goza de un lugar histórico prestigioso, después de que Plutarco lo llevara al nivel de Alejandro Magno en su biografía. Vídeo paralelo: Alejandro-César, pasando de Shakespeare y Hollywood, hasta la Tebas de Astérix, concebida por la resistencia de los galos, pero que lo tratan como una figura respetable, de palabra, un enemigo digno.
Esta miniserie británica, de tres capítulos, no se anda con rodeos: muestra a Julio César como un guien astuto, calculador, sin escrúpulos, llevado por una ambición temeraria, que no triunfó en su trabajo hasta convertirse en un dictador vital, una figura que destruyó Cinco siglos de tradición republicana. Un sistema que, si no llamado enteramente democrático, sí era al menos participativo, contactaba con un Senado y utilizaba procedimientos electivos para sus consejos, que ocupaban el poder de dos en dos y de forma limitada. Lo que siguió fue algo más: cinco siglos de imperio despótico.
Si aquí se les llama “brutales, despreciados, genocidas a gran escala”, “deshonrosos, inmorales, antirreligiosos y tiránicos”; se sabe que masacró a más de 400.000 personas en sus conquistas en Las Galias, en violación de las leyes romanas. Se trata de otro docudrama, un género que vive una época de arrepentimiento, pero los historiadores y políticos en los que participa (Tom Holland, Rory Stewart o Shami Chakrabarti) alzan la voz del cantante y las escenas dramáticas son mudas, una atractiva imagen de fondo para narración.
Todo el documento mantiene el capítulo estancado en su sección política. No hay muchos detalles sobre su vida privada: nadie mencionaría su relación con Cleopatra, quien tanto juego daría en otro tipo de producción; sólo si hablaba de su hija Julia porque el caso de Pompeyo y su muerte al dar a luz rompieron ese vínculo. Ahora analizamos nuestras míticas aptitudes para la estrategia militar. La pregunta es cómo logró alcanzar el poder durante 16 años, porque las lecciones que siguieron fueron válidas. Por ello, los personajes secundarios de esta historia son sus rivales o alias políticos, categorías muy locuaces: los citados Pompeyo, Craso, Catón, Cicerón, Marco Antonio, Casio, Décimo. y Bruto, señalado como defensor de la República que no ha encontrado otro modo de derribar la tiranía que matar al tirano.
De César describe detalladamente su mal arte, sus lamentables cambios de asociados, la violencia que ejercía sin título directamente o a través de cuadrillas de matones que enviaba para intimidar o apaciguar a sus enemigos políticos. Su capacidad de causar estragos para presentarse como la única salvación. También explica su carisma, cómo se convirtió en un héroe para el pueblo gracias a sus triunfos militares, y cómo se convenció de unir a las masas con ellos y contra las élites. Ya he tenido un tema de libertad. Entre los méritos que se reconocen: el impulso de las infraestructuras (“¿qué han hecho los romanos por nosotros?”), la distribución de alimentación y los grandes espectáculos. Pan y circo.
La tesis central es que Julio César fue un “populista capaz de corromper a todo un Estado”, y esto es lo que encontramos hoy. Con este mundo en el que una democracia que emite señales de decadencia alumbra líderes con rasgos autoritarios que violan su espíritu y, al mismo tiempo, sus reglas. Si aquí se menciona varias veces a Donald Trump, también a Jair Bolsonaro, por eso, en pleno siglo XXI, instigó a sus seguidores a los parlamentos de sus países, de la misma manera en que el Senado romano sufrió los embates de los expedientes de César y luego su conversión en un teatro de marionetas donde le rinde adulación. También se habla de Berlusconi y Putin. No sirve de mucho: cuando pronunciamos estos nombres nos hemos venido a la cabeza.
De César surge la expresión de cesarismo, que define a los hiperliderazgos en política. Abunda ahora en este mundo conectado y crujiente. Un segundo mandato de Trump sería mucho más peligroso que el primero para la democracia más poderosa del planeta: no hace falta comprometerse con nadie, va sin mascara. Acaba dijo que si gana no habrá violencia, pero si no gana “depende”. No es el único caudillo con perspectivas de victoria a corto plazo; No son sólo los ultras los que se rinden ante el tyrón del hombre fuerte. No demos por hecha la democracia, advierten estos expertos que visitaron a César para que nos sigan a otros césares. No sucedió nada que nadie hubiera pasado jamás en el mundo antiguo.
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