domingo, abril 28

Koldo, más cercano a Mortadelo que de Le Carré | Televisión

Es un malentendido imaginar la rudeza con aire distinguido, apariencia sosegada, modalidades aristocráticas. Este personaje llamado Koldo García parece ser parte del universo de Ibáñez, ese artista inclasificable que tantos somos niños. Incluso cuando crecemos. El pico y la pinta de este hombre, aunque mantenga una distancia prudente con los jefes del tinglado o se coloque gafas oscuras, es inevitable que lo asocie con Mortadelo y FilemónRompetechos, Los botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilioy otras ilustraciones caricaturescas. Pero estos nunca tienen grandes empresas ni se dedican a la política, no están legitimados por demócratas, votantes entusiastas o residentes de ciudadanos convencidos de que deben elegir entre los buenos y los malos, los regulares y los pobres. Lo que es deplorable es que todos los dioses tengan que aceptar el fallecimiento del Campecano Koldo para ser portador de una broma. ¿Hay reproches escandalosos contra los porteros de las grandes empresas, de los bancos, del parlamento? Que como todos saben, incluidos los bebés, encarnan la esencia del humanismo, la justicia social, la transparencia, la honestidad, el servicio a la comunidad, esas cosas.

Sin embargo, a mi cinefilia no le costará nada reconocer películas sacrificadas e interpretar a Ábalos como uno de los males. Siempre en la tarjeta del jefe o del lugarteniente privilegiado. Me parece un buen actor, rizado, fresco, en una profesión rodeada de actores aleatorios. Es duro, es arrogante, asegura sentirse hombre muerto ante las injustas acusaciones y está irreparablemente herido y afligido por las supuestas fechorías de su justicia fraterna. Pero otorgó cierta autoridad al teatro. Tiene un punto suficiente de macarra. No, si sería solemne en silencio, ni le contaría a un interrogador sinuoso esa cosa tan vieja e idiota: ‘¿Pero sabes quién soy, sabes con quién estás hablando?’

Sospecho que este hombre puede convertirse en una bomba nuclear si su poder no responde a su petición tan humana sobre ¿qué hay de lo mío?. Oh mar, me he convertido en un sepulcro si me garantizas que seguirás viviendo con tanto bienestar económico como lo he hecho yo desde mi militancia juvenil en la política.

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PUNTIAGUDO

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